En este texto la psicóloga María describe lo que es un amor ansioso, una relación afectiva que puede quitarte tu paz mental y tranquilidad. Te explica cómo puedes saber si estás padeciendo uno y qué hacer para remediarlo.
Muchos hemos escuchado aquella canción que dice: “bruta, ciega, sordomuda, torpe, traste y testaruda, es todo lo que he sido, por ti me he convertido en una cosa que no hace otra cosa más que amarte…” y hasta puede que la cantemos pensando que es una declaración de amor pero, ¿alguien se puso a pensar en la persona a quien está dedicada? ¿quién quiere andar con un “traste que no entienda de razones”? O tal vez nos la dedicaron y creímos que esa persona moría por nosotros, pero literal, porque el resto de la canción habla de la desesperación en la que vive la intérprete y por más que intenta poner orden en ese amor “le faltan pantalones”, regresa a lo mismo y es un cuento de nunca acabar.
Así vamos por la vida, cantando canciones con frases como: “sin ti no soy nada”, “eres el aire que respiro”, “eres mi complemento, mi otra mitad, mi media naranja”, “si te vas, me dejas muerto o muerta en vida”, etc. Haciendo que nuestro concepto de amor romántico se vuelva un amor ansioso o peor aún, creemos que fundirnos en el otro o la otra está bien o que eso es “amor del bueno”, pero ¿qué creen? eso nos quita nuestra paz emocional, tanto de la persona que vive así, como de la pareja.
Entremos en materia. Enrique Rojas, médico psiquiatra español, menciona que en la ansiedad, el temor viene de todas partes y de ninguna… no hay nada o es la nada misma la que se asoma en esa vivencia desoladora y atroz. Es decir, este estado mental que no nos deja concentrarnos, el estar suponiendo o pensando en un futuro, por lo general catastrófico, de que algo malo nos va a pasar y que puede afectar en nuestras actividades diarias.
¿Cómo afecta esto en la relación de pareja?
Si bien es cierto que a veces podemos sentir miedo de perder a nuestra pareja, en una persona ansiosa este miedo es irracional, cualquier percepción representa un peligro o una amenaza, poniéndola a la defensiva. Entonces, se empieza a volver tóxico, la fantasía supera por mucho la realidad, siempre se piensa lo peor, encontrándose entonces en un estado de indefensión, de victimismo.
¿A qué se debe? Todo ser humano al nacer va creando lo que los psicólogos llamamos apegos, es decir, la necesidad de alguien para vivir, alguien que nos alimente, nos de calor, nos cuide, así como tipos de afecto, atenciones, amor, cariños y demás. Hasta cierto punto son necesarios y sanos; pero dejan de serlo cuando afectan nuestra funcionalidad, cuando nos restan paz mental, emocional, tranquilidad o nos imposibilitan a seguir realizando nuestras actividades cotidianas.
¿Con quiénes formamos esos primeros apegos? Con nuestros padres, madres o cuidadores. Literalmente al nacer dependemos de esas personas para sobrevivir y conforme pasa el tiempo también les aprendemos la forma en la que nos relacionaremos afectiva y eróticamente con los demás en edad adulta. Quien se vuelve ansioso, pudo haber tenido padres volubles, en un momento podían ser los más cariñosos y al otro, les gritaban por cualquier cosa (sentimiento de ambivalencia), volviéndose sus relaciones afectivas confusas y los hijos se hacen complacientes.
¿Cómo identificar a una persona que vive un amor ansioso?
Constantemente se pregunta si su pareja le quiere, teme que le abandonen por “alguien mejor”, revisa a cada rato sus conexiones en las redes, presiona demasiado, tiene exigencias muy específicas como: márcame o escríbeme cada tanto, cuánto me quieres, envíame foto de donde estés, etc. Y no tanto por pensar que le está siendo infiel, sino pensando que algo muy malo le pasó, un accidente o un asalto; necesita “pruebas de vida” y deja poco espacio para la individualidad.
Su miedo es tal, que acaba asfixiando al ser amado y provocando que de verdad se aleje, lo que llamamos “profecía autocumplida”. Es decir, se empeña tanto en que no le abandonen que termina provocando su propio abandono. En general, es alguien con mucha intensidad. Es importante no confundirle con una personalidad celosa, ya que la persona ansiosa es capaz de aceptar infidelidades o tolerar deslealtades (yendo en contra de sus valores) con tal de que la pareja no le abandone. Al mismo tiempo es alguien que querrá o amará de verdad, pero su necesidad de amor e inseguridad hará muy conflictiva la relación

El miedo a que todo termine es una constante, puede creer que su pareja está ahí por lástima o se pone a detallar en su mente cada situación de la relación para justificar que algo ha cambiado y que probablemente le abandonen. Argumentando que no es lo suficiente o lo que su pareja merece, que es mejor que se vaya con otra persona que esté a su nivel y que le valore o le quiera como se merece.
Debido su incapacidad de hacerse responsable de sí misma, le otorga muchas responsabilidades a su pareja: llamadas, trámites, salidas, cualquier decisión, qué comer, qué beber, qué película ver, qué hacer, qué no hacer y un sinfín de cosas que también desemboca en un fastidio o desgaste de la pareja al sentirse bajo abuso pues se quiere una pareja con quien compartir, no un vástago a quien cuidar y tomar decisiones en su lugar.
¿Qué se puede hacer?
Recordemos algunos factores para tener una relación sana:
Confianza. La ansiedad les incrementa la paranoia y desconfianza.
Paciencia. No se puede tener el control de todo, lo cual, resta tranquilidad.
Tu pareja no es tu ansiedad. Dividamos a las personas de sus situaciones o condiciones (que pueden cambiar).
Cierta vulnerabilidad. Expresar tus miedos o inseguridades, abrir tu mundo y confiar.
El primer paso para lidiar con una situación así es ubicar que se está viviendo un amor ansioso, que no te está haciendo feliz ni a ti ni a tu pareja. Posteriormente debes tener bien claro si realmente te importa dicha relación como para hacer los cambios necesarios y esforzarte para recobrar la paz perdida, así como darles claridad a los pequeños problemas que seguramente se originaron desde la infancia. Tomar acciones que van desde, reconocer y pedir perdón, hasta solicitar ayuda de un psicoterapeuta o profesional de la salud mental y emocional.
Hazlo por ti y por tus relaciones afectivas.
Este texto fue publicado originalmente en Somos Fotógrafas y se reproduce aquí con permiso de la autora.