Desde hace años las series animadas han demostrado que ya no son cosa de infantes. A nuestra generación le tocó desde Los Simpson, South Park y más recientemente Rick & Morty y BoJack Horseman. Estos nuevos programas están explorando temas como el vacío existencial, la locura, la depresión, la dificultad de relacionarse con los otros y las adicciones. Aún así nos encontramos con que los personajes principales casi siempre son hombres, muchas veces abusadores de los personajes femeninos (especialmente en las dos últimas series que mencioné). Incluso Adult Swim, uno de los bloques de animación para adultos más importante, tiene una carencia de escritoras mujeres.
Pero ahora una de las creadoras de BoJack Horseman, Lisa Hanawalt, trae una serie en la que las protagonistas son dos amigas, Tuca (Tiffany Haddish) y Bertie (Ali Wong). El mundo nos recuerda al mundo de BoJack donde hay animales y humanos conviviendo en ciudades de Estados Unidos. En este caso Tuca y Bertie viven en La Ciudad Pájaro, pero también se hace mención de San Francisco. Desde el intro de la serie podemos ver una ciudad en la que todo tiene vida, desde un edificio azul que muestra sus senos hasta el metro el cual básicamente es una serpiente gigante.

Desde el principio el argumento llama la atención: Bertie se acaba de mudar con su novio Speckle (Steven Yeun o Glenn de The Walking Dead) al departamento que compartía con su amiga Tuca. En este primer episodio empezamos a ver cuáles son las obsesiones de los personajes, el estilo de animación y darnos cuenta de todas las posibilidades de la narración. Al final del primer episodio vemos a Speckle comerse las cenizas de su abuela, quien a partir de entonces vivirá en su estómago.
Tuca y Bertie son contrastantes. La primera es segura, gritona, hedonista, divertida y casi siempre sin preocupaciones. No puede tener un empleo fijo porque se aburre, hace lo que le da la gana pero también sabemos que lleva seis meses sobria debido a un problema de alcoholismo. Mientras tanto Bertie es insegura, callada y tiene que pensar demasiado las cosas antes de actuar. Le encanta planearlo todo y se le dificulta ser espontánea.
La serie explora cómo se relacionan estas personalidades contrastantes, que al principio parecen complementarse. Pero conforme vamos avanzando, la trama, que al principio parecía alocada y surrealista, va tomando tintes dolorosamente reales. Empezamos a ver las inseguridades de los personajes, provocadas por historias personales difíciles. Sus obsesiones y traumas no son gratuitas: Tuca y Bertie tienen pasados dolorosos, la primera por perder a su madre cuando era niña. La segunda es un manojo de nervios y ansiedad que le impiden comunicarse con los demás y que tiene que encontrar distintos tipos de mecanismos para lidiar con sus ataques de pánico.
Pienso que todas las que hemos sufrido ansiedad nos sentiremos identificadas con este personaje. Pero también con muchas situaciones que se plantean en la serie como el acoso sexual laboral, la inseguridad corporal, las citas, las relaciones de pareja, la rehabilitación de las adicciones y el cansancio de vivir en un mundo patriarcal que constantemente te pone a prueba mientras le facilita el camino a los hombres. Incluso en uno de los episodios Bertie ya está tan harta de todo lo que le ha pasado por el simple hecho de ser mujer que uno de sus senos decide irse por un trago.
También hay otros temas relacionados con las mujeres que difícilmente vemos en otras series y menos en series animadas como el deseo, la masturbación femenina, el miedo al compromiso (parece que se asumiera que las mujeres siempre estamos listas para comprometernos a largo plazo), ver pornografía para estimular nuestra vida sexual e incluso las ETS. Esto es algo que Lisa Hanawalt declaró que era importante para ella: mostrar que las mujeres también somos sucias o asquerosas. Es decir, no siempre somos perfectas, limpias, educadas o sensuales como se nos muestra en televisión.
La narración nos mostrará las debilidades y fortalezas de ambos personajes, en los que la amistad es importante pero también puede llegar a ser cansada, codependiente y costar demasiado trabajo. Pero las escritoras nos hacen ver que incluso el vínculo que tenemos con nuestra mejor amiga tiene que estar sujeto a revisarse y reconstruirse.
Es posible empoderarse y sanar los traumas
La serie también nos muestra que una actividad cotidiana como ir al supermercado o decidir qué ropa ponernos puede convertirse en una odisea. De esta manera se explora no solo la intimidad que existe entre dos amigas que saben casi todo de la otra, pero también lo que significa ser adultas, las expectativas que la sociedad proyecta en nosotras y la incertidumbre a un futuro desalentador.
Definitivamente hay un cambio desde el primer hasta el décimo episodio en los personajes. Cada capítulo es parte de un trayecto que les permitirá sanar y tomar poder contra aquellos que las oprimen, mostrándonos que las mujeres unidas son más fuertes contra un enemigo en común.
Tal vez en el primer episodio te quedes pensando qué es lo que acabas de ver, ya que aunque tenemos la referencia de BoJack Horseman, esta serie es todavía más extraña, pero realizada con sensibilidad. El diseño de personajes y la animación es notable. Además, no solo tenemos un estilo de animación, los flashbacks se muestran mediante stop-motion y uso de marionetas. Las actuaciones de Haddish y Wong terminan de hacerla una serie memorable. Si no has visto el standup de Ali Wong te recomiendo que también lo mires en Netflix.
Además, para las que les gusta el binge-watching seguro te la acabas en un fin de semana ya que solo tiene 10 episodios de 25 minutos cada uno en Netflix. Ahora en un plano más personal la verdad es que la miré con mi novio pero en todos los capítulos estuve pensando en una de mis mejores amigas, quien ahora tiene un bebé y con quien me gustaría poder pasar más tiempo y ver esta serie juntas, porque sé que también se va a identificar.
Un plus: la música de la serie realizado por Jesse Novak, quien también realizó la de BoJack Horseman. Creo que todas queríamos aprendernos la canción que interpreta Bertie “I’m Losing My Shit” en uno de sus ataques de ansiedad.
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