Stefanie estaba segura de que quería estudiar Medicina desde que iba en la preparatoria. Muchos le dijeron que era una carrera muy difícil y demandante, aún así entró a estudiar con una fuerte convicción. Hoy hace una reflexión de qué es lo más complicado al estudiar medicina y a qué tienen que renunciar las estudiantes de esta carrera.
Desde que decidí estudiar medicina muchas personas me decían lo difícil que sería, sin embargo jamás dimensioné todo por lo que tienes que pasar en este largo camino de formación. Inicias con una ilusión, la vocación está clara: el ver por la salud y bienestar de alguien más. Sin embargo esto es a costa de nuestro propio bienestar, tan paradójico se vuelve con el tiempo ya que entre más avanzas, más dejas de lado tus necesidades como persona.
El sistema de educación y formación es tan absorbente que terminas convirtiéndote en una máquina para realizar trabajo. Los años de escuela los vives de forma más llevadera, inicias apartándote de tu familia y amigos, ya que prefieres estudiar que ir a reuniones familiares o salidas con ellos. Tus amigos de escuela se vuelven tu familia.
El primer cambio fuerte es el internado de pregrado. Solo los que estudiamos medicina sabemos lo que esto significa, es un año en el cual realizas guardias cada tercer día. La hora de entrada es a las 7 de la mañana y no hay hora de salida. A pesar de que oficialmente está reglamentado el horario al cual debes salir, la cantidad de trabajo a realizar a veces te lleva a salir más tarde de lo oficial, incluso aunque no hayas dormido nada durante la guardia.
Durante la formación hospitalaria, llámese residencia médica e internado de pregrado, llegas a pasar hasta ocho horas sin poder alimentarte. Afortunadamente esto no es todos los días, siempre depende del grado de trabajo que tengas por realizar.
Hay servicios donde tienes espacio físico para descansar en la guardia, cuando tienes oportunidad de hacerlo. Pero hay otros donde el piso o una silla se vuelven tu cama en esa hora o dos que tengas para poder dormir y al otro día continuar con tus actividades. Tu vida se reduce casi al cien por ciento al hospital. No solo debemos cumplir con esto, además está la parte académica. Para nuestro aprendizaje debemos estudiar para exámenes, para clases, preparar exposiciones.
Por supuesto no lo vemos como algo negativo ya que es la forma en la que podemos aprender, pero siempre me he preguntado cómo lo logramos. Cómo podemos estudiar cuando llevamos, a veces, más de 24 horas sin dormir y en ayuno.
Algunos tienen la fortuna de que sus familias los apoyen económicamente, ya que la beca en el internado, al menos cuando yo lo viví, era de 600 pesos quincenales. La parte económica es difícil, pero también hay momentos de regaños, a veces insultos por parte de los médicos adscritos, los cuales en su gran mayoría sólo llegan a firmar notas, indicaciones y altas que los becarios realizamos.
Así es como uno va viviendo este largo camino de la medicina, viendo por la salud y bienestar de personas que no conocemos, yendo en contra de nuestro propio bienestar y salud, separándonos de nuestros seres queridos.
En alguna ocasión la mamá de un paciente después de verme todo el día y la noche en el hospital y al otro día cuando fui a ver cómo seguía su hija, me pregunto: “¿Doctora, cuál es su pago a lo que hace? Sin titubear le contesté: “cuando veo a los pacientes irse a casa después de haber pasado por un problema de salud importante, verlos recuperados, diciendo gracias por todo, ese es mi mayor pago”.