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De la idea de no saber escribir: poemas de Nymphe

De la idea de no saber escribir: poemas de Nymphe

Los privilegiados

Salir del cascarón para encontrar nuestra historia, salir de nuestro contexto, de esta realidad para conocerla mejor y mostrarnos la complejidad del mundo, descontextualizándonos, entendido así la complejidad de ¿tu tierra? Mirar de frente y seguir andando con este caos que se desata en la Tierra entera, si no nos acabamos nosotros primero, ella nos hará el favor de deshacernos y con esto no quiero que me malinterpretes, creo en la nostalgia pero en palabras de Galeano: “la nostalgia es buena pero la esperanza es mejor”.


El día del comienzo de los chalecos amarillos

Sun king de the Beatles sonaba hoy mientras detrás la fumarola surgía, los bomberos marchaban gritando mejor dicho demandando permanecer en una vida de calidad y como símbolo de su exigencia una llanta enardecida entre el cielo y la tierra, se acumulaban las nubes y entre su prisa por acariciarse unas a otras dejaron un espacio que permitió la entrada de un hilo de luz que se proyectaba sobre Fourvier uno de los tantos símbolos de esta ciudad tan cristiana. Seguí mi camino seguí pensando, seguí escribiendo, seguí viendo el ardor de aquella llanta y seguí.


Algo que entender

Nunca se está sola siempre se está con una misma y el universo aunque suene algo egoísta.

Nunca me gustó decir que necesitaba esto o lo otro, un abrazo, una caricia no me creo esa clase de persona o al menos no me concibo como tal, pero en lo que sí creo es en el cómo se siente mi piel o mis labios a ciertas situaciones como la melancolía de mi alrededor que puede entrar por mis uñas, recorrer mis dedos, meterse en la fibra capilar llamada piel e ir escurriendo en ella un líquido como tinta china en el papiro más viejo conocido como tristeza.


Una luna enamorada de un Pierrot

Hoy soñé que entrabas por la puerta te sentabas al costado, me encontraba durmiendo, lo sabías, sabías que te estaba observando. Mientras te acercabas podía oler el otoño en tu cabello, la lluvia en tu piel y ese aroma de tu cuello cual si fuera un jazmín nocturno, te soñaba mientras tú me mirabas, mientras nos contemplábamos, pero al tocarnos de nuevo despertaba y la puerta se encontraba cerrada.

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