CRÓNICA VIOLETA – Experiencias de mujeres migrantes
Crónica Violeta es un espacio de diálogo sobre la migración de mujeres para abordar y abrir nuevos itinerarios, nuevas búsquedas y caminos que nos signifiquen ampliar conexiones en los procesos de cambio y de movilidad. La experiencia migratoria de mujeres también está marcada por recurrentes estereotipos, unos velados y otros bien identificados, que pocas veces son expuestos.
El grito que nos convoca
Más de 200 mujeres de diferentes nacionalidades se dieron cita en Alte Oper (Vieja Ópera), en el corazón de la ciudad de Frankfurt am Main, Alemania, para sumarse al performance #UnVioladorEnTuCamino que se realiza en varias ciudades del mundo. El grupo convocante fue Frauen*Streik (Mujeres en Huelga), una alianza de mujeres en Frankfurt a.M., en el último año han promovido dos grandes movilizaciones (enero y marzo 2019) en la ciudad.
Un reporte de la agencia de noticias Deutsche Welle señala que la violencia de género es un problema que está presente en todas las capas de la sociedad y en todos los grupos étnicos. En Alemania, durante el 2018 se registró que 147 mujeres murieron a manos de sus parejas o exparejas. Al menos 138 mil 383 personas sufrieron malos tratos, acoso o amenazas por parte de sus parejas o exparejas, entre ellas 113 mil 965 eran mujeres, es decir, el 82 por ciento del total de las personas afectadas (Fuente: DW, 16.11.2018).
La acción se ha convertido en algo más que un acto solidario, se ha vuelto un modo de expresión, es una denuncia frente a la violencia y vulnerabilidad que las mujeres viven en diferentes lugares del planeta. El mensaje universal del texto, la simbología que guardan tanto los movimientos como los elementos de vestuario y maquillaje, la convierten en una propuesta que integra a una acción colectiva, que conecta a las mujeres e invita a reproducirla en diferentes idiomas, espacios y contextos. El mensaje cala profundo, porque así de profunda está incrustada en nuestras sociedades y normalizada la violencia contra la mujer.
Recogí las impresiones de algunas participantes del performance que se organizaron a través de las redes sociales, grupos de amigas, círculo de lectura feminista, redes de mujeres. Incluso estaba presente el grupo de mujeres chilenas residentes en Frankfurt, entre otros colectivos que se reunieron, trabajaron y articularon alrededor esta convocatoria.
Ellas nos hablan desde su mirada de mujeres migrantes, sobre su motivación para ser parte del performance, nos cuentan sus deseos, lo que esperan de los hombres, del Estado, nos ofrecen sus propuestas para ir más allá de esta acción realizada el pasado 7 de diciembre.
Martina Espinoza Tiznado, 29 años
Socióloga, Coordinadora de Proyectos ONG – Cooperación Internacional
«Soy chilena y mi mayor motivación fue mostrar a Frankfurt lo que está pasando con las mujeres que están siendo detenidas en Chile. Ha habido violaciones y abusos sexuales por parte de los carabineros, un abuso masivo de los derechos humanos. Y como siempre, las mujeres son más vulnerables.
Como respuesta de los hombres espero primero que no reaccionen con “yo no soy violador”. Sino que alguna vez acepten la denuncia que se está haciendo y ofrezcan apoyo. Sobre todo en temas judiciales, pero también en apoyo psicológico o psicosocial.
Me encanta estar presenciando cómo las mujeres se están alzando una vez más en la historia. El feminismo no es nada nuevo. Lo único que ha cambiado, es que hoy en día tenemos más derechos y herramientas y exijo que seamos respetadas y escuchadas.
Me di cuenta que tenemos que estar mucho más y mejor organizadas como mujeres. Esta acción fue una forma para llamar la atención de la sociedad en Frankfurt, pero no alcanzamos ningún cambio. Por mi parte, voy a conectarme más con mis amigas en Chile y ver si podemos ayudar de alguna manera real.
Como mujer viviendo la migración identifico que me he esforzado mucho para tener las mismas capacidades que una alemana. Lo he logrado, pero día a día siento que tengo no solo ponerle 100 por ciento, sino más bien 200 por ciento, para que mi opinión sea realmente válida. La migración ha sido quizá un tema que también se ha empezado a hablar muy tarde y a mucha gente en Alemania le hace falta un curso de anti-racismo y/o multiculturidad.»

Alejandra Ramírez, 34 años
Doctorante en Filosofía
«Me movió participar, por una parte mi adhesión a la lucha feminista en general y la creencia en que si le damos una fuerza internacional alcanzaremos mayor visibilidad, tanto de las demandas como de su urgencia. Por otra parte, este performance feminista fue convocado en el marco de la solidaridad con las movilizaciones en Chile, donde se han cometido actos de violencia contra manifestantes, con especial odio y especial agresividad contra mujeres.
Creo que es importante mandar un mensaje claro a las chilenas víctimas de dichos abusos: ¡No están solas! En todo el mundo mientras nos ataquen, nos violenten, nos desaparezcan, el Estado no solo no estará cumpliendo su función, sino que además, está afirmando su lugar como enemigo de las mujeres puesto que sus instituciones nos vulneran.
Yo esperaría recibir de los hombres una respuesta sobre todo de apoyo a nuestra movilización, no solo desde el papel de espectador entusiasta, sino comprometido a tematizar el contenido de las letras, que son muy atinadas y condensadas. Compartir con otros hombres el compromiso por ayudar a reducir las formas de violencia que se ejercen conscientes e inconscientemente con sus compañeras mujeres y no intentar protagonizar esta movilización, pero si acompañamiento, porque muchas de las formas de violencia machista les afectan a ellos decisivamente de manera negativa.
Espero que denuncien la violencia y que no guarden silencio, que se comprometan con nosotras a exigir justicia ante los abusos e indiferencia del Estado, que cuestionen sus privilegios, porque todo privilegio encarna una desigualdad.
Los cambios urgentes son la justicia en casos de violaciones a mujeres por parte de funcionarios del Estado, porque si ellos quedan impunes estarían mandando un mensaje a la sociedad, este sería que en efecto, “el Estado opresor es un macho violador” que no imparte justicia sino protege a los criminales.
Urge hacer justicia a las personas violadas, desaparecidas, asesinadas; con la condena al responsable podremos saber que el Estado nos protege y cumple su función, lo contrario pone en cuestión la propia existencia del Estado y sus aparatos de vigilancia, como lo están ahora en muchos lugares de Latinoamérica.
Más allá de las soluciones de orden jurídico y político nos vendría bien a nivel mundial un giro educativo. La educación necesita resignificar los sexos, los roles, las estructuras tradicionales de la sociedad, porque la solidez de las nuevas democracias requiere de ciudadanos que piensen democráticamente, que aprendan a convivir con lo diferente, dentro de los límites de lo democrático. Impartir talleres, hablar sobre la legislación de publicidad sexista desde la infancia, foros barriales de feminismo donde se pueda acercar quien quiera y dejar de satanizar el feminismo, como lo hicieron con otras luchas.
Los hombres necesitan acceder a información crítica, aprender a transformar sus masculinidades sin sentirse vulnerados, mediante nuevos cánones, nuevos contenidos televisivos que son muchas veces los productores de estereotipos y son suficientemente potentes como para ayudar a resignificar. Más encuentros performáticos, donde los niños puedan participar y comenzar a pensar y mirar diferente el mundo en que viven. Más promoción de la sororidad como un valor social que el feminismo le aporta a la democracia.
En Alemania, creo se tienen que poner más en discusión los prejuicios contra determinadas mujeres migrantes en el espacio público, esos prejuicios reproducen formas de violencia sexistas. Pienso que las migrantes estamos más expuestas a la vulnerabilidad legal, lingüística, económica, emocional que cualquier mujer del país y que las instituciones destinadas a la protección de la mujer carecen de ese enfoque multicultural y multicircunstancial.
Muchas de las violencias que padecen las migrantes aquí comienzan por la falta de acceso a un trabajo que las libere, y las casas de acogida de mujeres cobran ya un dinero. El miedo a la venganza si se denuncia está fundamentado en esta vulnerabilidad en que el Estado deja a quien no tiene garantías de protección de su integridad. Es un tema muy amplio.»
Arantxa Bodenhofer Gonzalez, 34 años
Actriz, dueña de casa y mamá
«Mi motivación de participar va por el simple hecho de ser mujer. En mi vida más de una vez he sufrido abuso y violencia. Hoy tengo una hija y mi lucha es suya también. Estamos en el 2019 y sigue siendo un tema para hablar de nuestros derechos, de nuestra libertad, incluso de nuestros cuerpos, de poder vivir la vida que nosotras anhelamos.
La respuesta que esperaría de los hombres, creo que me basta con que escuchen nuestras demandas, que se queden en silencio. Que un hombre sea capaz de empatizar con las mujeres y acompañarnos desde la otra vereda con apoyo y orgullo.
Cuando hablamos de cambiar el sistema creo que depende mucho de cuál es el sistema del que estamos hablando. Puedo nombrar ejemplos: Me parece insólito que en Estambul se hayan llevado presas a mujeres y la policía las haya amedrentado mientras realizaban “Un violador en tu camino”.
Otro caso es el de las tres mujeres iraníes, entre ellas una madre con su hija, fueran encarceladas por sacarse el pañuelo. Y en mi país, en estos días han sido muchas mujeres violadas y abusadas por la policía como manera de represión. Podría hablar acerca del aborto, de que hombres sean los que tomen decisiones respecto a temas de mujeres, etc. Creo que es urgente ver a la mujer como un ser igual al hombre, tenemos los mismos derechos.
Esta acción está dando que hablar en el mundo entero y es por algo, el texto es preciso, tiene una pequeña coreografía y es en grupo. Me parece genial, aplaudo de corazón y agradezco el trabajo de Las Tesis. Y agradezco también la valentía de las miles de mujeres que llegamos a las plazas, nos organizamos y levantamos nuestras voces juntas. También a las que lentamente han logrado dejar de estar en silencio y han sido capaces de contar su/s historia/s.
Como cualquier mujer migrante, en el país que llegue uno espera sentirse segura y protegida. Creo que eso depende muchísimo a cuál país llegamos y en qué condiciones. Mi principal preocupación siendo mujer migrante es la soledad que enfrenta ella en un país, por el idioma y cultura extraña. Creo que por esa “compañía” espero más de las leyes de integración, quizás una orientación más dirigida hacia ciertos grupos, más informativa y enseñando opciones, más que restricciones.
Es muy difícil hablar de integración siendo migrante y además sumarle ser mujer. El ser migrante ya es difícil, porque al llegar a un país extranjero uno pierde todos sus capitales y es por esa razón que ya no “eres” la misma. En un foro al que asistí sobre el tema, una mujer habló acerca de la pérdida de intuición, me hizo tanto sentido.
Han pasado días y aún sigo pensando en esa intuición que perdí al llegar acá y que nunca supe que era lo que tenía perdido y me hacía sentir extraña, sola y desorientada a la vez. Bueno se llama intuición, es lo que aprendemos sin querer desde que nacemos, es nuestra manera de enfrentarnos a la vida, desde la risa hasta nuestros movimientos. Como mujer sudamericana, actriz, enamorada y sin mi intuición fue realmente difícil re-encontrarme; hasta que lentamente comencé a armar mi tribu, a la que hasta el día de hoy agradezco y sigo agrandando.»

Javiera Moya, 33 años
Máster Estudios Europeos en Gobernanza y Regulación
«Me motivé a participar dada la situación que vivimos todas las mujeres en el mundo. Me encantó participar con mujeres latinas, árabes y alemanas y por ese motivo creo que el performance de Las Tesis ha llegado a distintos lugares, ya que las mujeres nos encontramos en desventaja en comparación con los hombres. También estoy aquí para apoyar a los ciudadanos y mujeres de mi país que están sufriendo hace 30 años y ahora que están protestando por 50 días y están sufriendo represión. Nuestros políticos no han sido capaces de responder efectivamente a las demandas.
Yo espero de los hombres que se den cuenta que las mujeres están en desventaja. Las mujeres trabajan más en el hogar, las mujeres de por sí tienen mayor responsabilidad en la crianza de los niños y se les exige estándares de belleza que para algunas mujeres llega a ser mentalmente agotador y las lleva a enfermedades. Espero que los hombres les permitan ocupar el espacio que a las mujeres les corresponde en el mundo laboral y no las limiten o discriminen por llegar a una posición de poder, solo por el hecho de ser mujer.
Demandamos lo básico seguridad y no violencia contra la Mujer. Con respecto a las pensiones, las mujeres siempre están en perjuicio y me gustaría acabar con eso. Dentro del sistema de salud las mujeres no tienen el apoyo adecuado para salir adelante cuando enfrentan enfermedades mentales. En el caso de Chile, las mujeres pagan más por el seguro de salud y por encontrarse en edad fértil.
Me gustaría también que dejáramos de imponer la imagen de la mujer madre, considerando que no todas desean la maternidad como un objetivo en la vida y eso debe ser respetado. Desde el jardín infantil se debería detener la discriminación entre hombres y mujeres. Además, me gustaría que se enseñe a los hombres a respetar el cuerpo de la mujer.
Como migrante, es mi impresión que las mujeres latinas debemos sortear obstáculos, no nos reconocen en el mundo laboral a quienes no hemos realizado estudios en Alemania. Ahora que estoy buscando trabajo, me ha sido imposible conseguir una entrevista y eso que en septiembre finalicé mi Máster en la Universidad de Bonn.
Pasando al tema de salud pública acá una vez el ginecólogo me dijo que tenía buenas vacunas para ser una mujer latina, yo me quedé sorprendida con ese tipo de comentario. Identifico que Alemania debe cambiar sus criterios en el mercado laboral y con respecto a la salud pública debería ofrecer clases de antiracismo a los profesionales de la salud.»
Gala Montero, 39 años
Actriz, dramaturga y directora de teatro
«Bueno, me interesa muchísimo ser parte de un movimiento que luche por erradicar la violencia de género y con ello que el abuso sexual deje de ser un tabú en nuestras familias y en nuestra sociedad. La motivación de ser parte del performance es por supuesto también muy personal.
Quise participar por todas las mujeres de mi linaje materno que callaron frente al abuso sexual, del cual fueron víctimas. Yo también sufrí abuso por parte del padre de una amiga a los 18 años. Fue un toqueteo que me dejó congelada y no supe reaccionar. Pero no me callé y aunque de lenta reacción busqué la confrontación y me liberé de ello. Nadie debe callar nunca más.
Hay que partir por darle un lugar principal a la sexualidad en nuestra educación, en la comunicación, y en la transmisión de información. La educación sexual que yo recibí fue muy abstracta, que por supuesto no me ayudó en nada. Se me dijo que el sexo hacía mal para el cuerpo y el alma antes de la mayoría de edad. Cuando yo tenía 15 años ya había iniciado mi vida sexual. La desinformación a nivel familiar y en el colegio fue muy grande y esto en la actualidad ha comenzado a cambiar. Pero hay que ir más allá y lograr tematizar la violación sexual en el espacio público, a través de este tipo de acciones es fundamental.
Estoy muy impactada del alcance que ha tenido lo que el colectivo Las Tesis iniciaron en Chile, a finales de Octubre y de la manera en que se ha ido replicando en distintas ciudades del mundo. Es muy bello ver cómo las mujeres se organizan, chilenas y locales, dan lo mejor de sí en las réplicas de #UnVioladorEnTuCamino. Es muy necesario y tiene un impacto tremendo en la opinión pública.
Me interesa que los hombres entiendan de qué estamos hablando cuando denunciamos la violencia de género. Esperaría que los hombres se educaran nuevamente y que fueran capaces de detectar la educación machista que recibieron, que cuestionen aquellas creencias incrustadas y que se esfuercen por entender qué es el patriarcado y de qué manera opera en nuestra cultura. Que lean feminismo y que salgan de su comodidad, cuando siguen ocupando un rol privilegiado que el sistema les ha otorgado y que apoyen la denuncia, el diálogo y el camino hacia la igualdad entre mujeres y hombres. Quiero que los hombres que rodean mi vida también se vuelvan feministas. Mis hermanos hombres ya lo son.
Para el Estado las demandas en esta línea son muchas, pero concretamente demando que los jueces se eduquen y tengan una formación para abordar los casos de violencia de género y femicidio, porque incluso en Alemania no existe ningún tipo de capacitación al respecto, para quienes abordan los casos. El lenguaje crea realidad y con ello me refiero a que la discriminación y violencia de género también están muy presente en la manera de hablar, expresarse y las palabras que se ocupan. Por ello es muy importante ser preciso con las palabras y desaprenderlas, luego reaprender otras si es necesario. Es impresentable ver la falta de conceptos con los que muchos jueces abordan los casos de violencia y asesinato entre parejas mujer y hombre. La educación de género debe extenderse a todas las instituciones y con urgencia en el poder judicial.
La visión que yo tengo es que la sociedad actual está dominada por narrativas. Las ideologías no han muerto, como afirmaba Fukuyama cuando hablaba de posmodernidad y de pospolítica. La cultura sigue basándose en narrativas e historias dominantes, discursos y posiciones políticas instauradas por los gobiernos de turno, el sistema neoliberal y la cultura colonial de la que provenimos.
Esas narrativas las encarnan personas que sin darse cuenta las hacen suyas, sin una respectiva reflexión. Llenan la psiquis y el cuerpo automáticamente con ideas, valores y colores que vienen desde afuera, es decir, de la cultura misma. Dichas narrativas, cambiantes por cierto, se apropian de las personas, y estas se vuelven marionetas de las voluntades poderosas. Hay que observar la cultura en la que vivimos y cuestionarla. Las acciones performáticas colectivas son muy necesarias, porque perforan de una manera efectiva las narrativas dominantes con nuevas narrativas contraculturales y, por ejemplo, #UnVioladorEnTuCamino produce una discusión que va más allá del tiempo y espacio en el que ocurre la acción misma y en ese sentido se hace sustentable, es decir, tienen un impacto en el tejido social.
Hay que seguir concretando este tipo de acciones en el espacio público, ya que permiten que las mujeres se posicionen políticamente y de manera colectiva en el espacio público y con ello no me refiero a una cuestión partidaria, sino a la posición que cada cual tiene en el mundo. Por ejemplo, yo como mujer, inmigrante, separada, etcétera, y eso sí es político.
A su vez es importante no mezclar dichas acciones con otras demandas sociales, ni con conflictos que dicen tener relación con situaciones geopolíticas específicas. El rigor conceptual es necesario porque hay mucha desinformación. Además que es sumamente fácil subirse al carro del feminismo un día y luego bajarse la semana siguiente, por una cosa de oportunismo. Mi propuesta es que las acciones performáticas sean cada vez más detalladas en su mensaje y que aborden distintos aspectos y sensibilidades del problema más global, que es la cultura patriarcal vista como una narrativa dominante que convive con otras narrativas y que favorece a un puñado de privilegiados.
Bueno, mi experiencia como migrante en Alemania no ha sido mala, al contrario. Yo sufrí una transformación y esa transformación es positiva. Con ello no quiero decir que fue fácil, porque simplemente no lo es, por aspectos idiomáticos y culturales. Por supuesto que me hizo mucha falta en un comienzo tener una red de amigos o personas en la misma situación que yo, porque una realmente se pierde a sí misma, en ese tránsito de trasplantar las raíces y porque se pierde la intuición.
El desconocimiento de la lengua, las formas y las costumbres te hace interpretar las relaciones con los otros de manera errónea. Por otro lado, ese desconocimiento te hace dependiente de la persona que está a tu lado y te impide fluir en la comunicación en el nuevo contexto. Y por ello el aislamiento es muy grande.
Tu identidad se desdibuja y cambia, quizás incluso no sabes bien quién eres ahora y en qué te vas a convertir en el futuro. Es duro migrar y tratar de existir en una sociedad distinta a la de origen y en ese sentido sí creo que las instancias de “integración” en este país deberían considerar la especificidad de cada cual, algo así como una integración “interseccional”, si pedimos el concepto prestado.
Mi experiencia fue tener que comenzar desde cero, aun cuando yo tenía estudios, experiencia laboral y ya un camino recorrido, etc. Nunca pensé que iba a ser tan difícil en ese sentido y que iba a tener que sacar fuerzas que no sabía que existían para salir adelante. Asimismo, me di cuenta lo importante que era la solidaridad en una sociedad ampliamente individualista, como es la alemana. Pero no me gusta hacer generalizaciones ya que conozco muchas alemanas y alemanes acogedores, fantásticos. Además todas las sociedades están sufriendo transformaciones, y la instantaneidad de las comunicaciones por el internet y las redes sociales acelera esos cambios que son inevitables.

Aura Esquivel, 31 años
Médica
Me lleva a participar la rabia. La rabia de ver diariamente mujeres asesinadas, violadas, desaparecidas, humilladas y minimizadas por el hecho de ser mujeres. El miedo con el que vivimos, es real. El miedo que tenemos por las demás, porque sabemos que si algo nos pasa, probablemente no recibiremos ningún apoyo de ninguna institución gubernamental, seremos un número más en la estadística que a nadie parece importarle.
Salí a gritar y demostrar que estoy con las que ya no están, las que fueron arrancadas de sus hogares, violentadas o con huellas imborrables. Para mi es importante que seamos un colectivo que se apoya. Que sepamos que no estamos solas, que si nos pasa algo, levantaremos la voz, saldremos a la calle y demandaremos que esta situación se detenga. Creo que cuando algo está mal, es importante señalarlo, ponerlo en la agenda colectiva, preguntarnos qué estamos haciendo como individuos en menor y mayor escala para que esta situación se siga replicando.
Espero que con estas protestas se visibilice lo invisible. Que se muestre la situación actual en la que las mujeres vivimos diariamente. Es cierto cuando gritamos: “la violencia que no ves…”, porque muchos hombres no se dan cuenta de la posición de privilegio en la que viven. Y bajo esta posición se atreven a juzgar y demeritar nuestra lucha.
Me gustaría que los hombres se sensibilizaran en todo este tema. Ver que el feminismo no es una guerra declarada a su género. Que si les causa molestia la verdad, deberían de cuestionarse sus paradigmas de vida. Ojalá que los hombres se unieran en acción y dogma. Que comiencen por cuestionarse las acciones diarias y triviales que nos hacen vivir en un mundo donde las mujeres siguen siendo maltratadas, asesinadas, violadas y violentadas todos los días. ¿Qué ha pasado que a estas alturas de la “modernidad” seguimos saliendo a las calles para pelear por nuestras vidas?
Me gustaría que el sistema funcionara. En la práctica y no en la teoría. Que el grado de impunidad fuera cero. Que se le diera el peso que realmente tiene a las denuncias, que se apoyará a las víctimas, se les diera seguimiento, hubiera un proceso legal, real y justo. Que se entendiera el problema de violencia de género como un problema de seguridad nacional.
Creo que el seguir saliendo a las calles, protestar, exigir y luchar es la cura. El problema es real, la exigencia no debe cesar. Se lo debemos a todas las que ya no están. No los debemos a nosotras para poder vivir en paz. Poco a poco visibilizar lo que por tanto tiempo se ha minimizado. La organización y coordinación de los diferentes grupos feministas es fundamental. Crear protocolos y líneas de acción. Accionar a largo plazo y no sólo en emergencias. Y sobre todo no dar marcha atrás. Saber que juntas, podemos tirar este pinche patriarcado.