Yo soy una de ellos, esclava de esta prisión terrenal
de los deseos humanos. Y tú existes así, casi inmaculado,
lleno de Dios, lleno de gracia.
Te miro como a un sueño, efímero, abstracto, lejano.
Mi mirada te busca y se siente indigna de tu presencia
Inmaculada.
Yo no siento a Dios, pero lo entiendo cuando miro el cielo
claro iluminado. Sin embargo, soy hija del hombre y mi naturaleza
es un pecado.