En estos tiempos de pandemia no es poco común perder la perspectiva. Mientras para algunos la enfermedad parece un enemigo abstracto, para muchos otros la realidad es más concreta y dura que nunca.
En este contexto, la información es un arma fundamental para comprender y crear conciencia de la situación en una escala más amplia para así tomar realmente acciones en favor de la salud y la colectividad. El trabajo fotográfico de Karen Melo nos muestra una gran diversidad de realidades en la CDMX durante los primeros tres meses de esta pandemia mundial.
En esta entrevista, Karen nos habla sobre su trabajo, los riesgos y experiencias que implicó y su perspectiva como fotógrafa y periodista cubriendo este importante evento.
¿Cómo y cuándo comenzaste a cubrir la pandemia?
Empecé a trabajar en una agencia llamada Notimex en febrero [de 2020]. Desde ahí me dediqué a cubrir la agenda que me daban y fue hasta marzo cuando iniciamos con la cobertura de la pandemia.
Trabajar para una agencia es bastante cómodo. Tienes el respaldo total del medio y sabes que tu trabajo se va a publicar. […] Son más retos haciéndolo de manera independiente. También me interesa hacer publicaciones a través de Instagram y redes sociales, es una buena alternativa para dar a conocer tu trabajo.
Hace poco leía que el periodismo de la pandemia se ha basado sobre todo en creadores de contenido para redes sociales, así que no es tan descabellado volver tu perfil una marca y desde ahí informar a la audiencia. Es muy importante darle salida al trabajo.
Me llamaron mucho la atención tus fotografías en la Central de Abastos. ¿Cuál fue tu experiencia en este lugar, conocido como uno de los mayores focos de contagio de la CDMX?
La verdad es que ir a la Central de Abastos no era una prioridad para mí por la ubicación y porque tengo compañeros quienes le han dedicado más tiempo a este espacio y estos se vuelven sus temas. Yo fui en dos ocasiones. Una de ellas para documentar las medidas sanitarias que se tomaban respecto a los locatarios y la otra fue para la Jornada de Sanitización Permanente que tienen.
Por lo menos el trato que me dieron a mí fue un poco nefasto. Las personas de comunicación de este lugar (bueno, en otros espacios también me sucedió), estaban siempre atrás de nosotros para verificar que lo que estés fotografiando o escribiendo vaya de acuerdo a sus intereses, porque no le van a dar apertura a alguien que va a hablar mal de ellos. Sí te daban cita para acudir pero te vigilaban todo el tiempo.
A mí sí me daba un poco de miedo porque había visto fotografías de compañeros y veía que la gente iba sin cubrebocas y demás así que sí era un espacio al que le huía un poco. Sin embargo, al final los locatarios son muy amables y puedes acercarte sin problemas a pedir entrevistas.
Algunas personas no creían en la enfermedad. Esto fue hace un mes y medio, un momento en el que ya te parece increíble pero al final tratas de entenderlos por el espacio en el que se encuentran y por las condiciones sociales y culturales. Solo era cuestión de escucharlos y hacerles también la recomendación de cuidarse, porque incluso muchas personas de ahí murieron y muchas más resultaron infectadas. Cuando terminaban su tiempo de “gripa” (porque para ellos era una “gripa”) volvían como si nada y sin cubrebocas. Eso da pie a que se sigan los contagios.
¿Qué hospitales te tocó cubrir y cuál fue tu experiencia en estos espacios?
Al principio no había acceso a los hospitales o era muy limitado. Tardé un buen rato en poder ingresar a uno. El primero fue el Hospital Materno Perinatal “ Mónica Pretelini Sáenz”, en Toluca, aquí solo se atendía a mujeres embarazadas y bebés recién nacidos. Yo no sabía lo que iba a encontrar ahí porque creo que fui el primer medio en ir.
Ahí vi a pequeñitos entubados y a las mamás recuperándose, fue muy impactante y difícil. Son cosas que no te imaginas. Y después hay que buscar la manera correcta de narrar lo que sucede y tener cuidado con las fotografías. En la agencia, por ejemplo, no publican caras o fotografías de niños, entonces tenía que usar muchos detalles. Tengo una foto que me gusta mucho de la manita de un bebé tomando el dedo de la enfermera.
Pero sí fue muy difícil porque justo ese bebé estaba en sospecha de Covid y ahí no puede haber contacto entre mamá e hijo, entonces hay un banco de leche y diario llevan leche en botecitos y se las dan con jeringa a los niños. Eran escenas que yo nunca me imaginé ver.
El contraste fue con el otro hospital al que fui: el Hospital Juárez que está en la Gustavo A. Madero. Es uno de los que tiene mayor índice de éxito porque han habido muchísimos pacientes que han sido dados de alta de ahí. A mí me tocó ir al área de recuperados y no a terapia intensiva, lo cual agradezco mucho porque, personalmente, a mí no me interesaba ver a las personas sufriendo. Yo quería enfocarme en las historias.
Ya en el área de recuperados los pacientes ya podían hablar y te contaban su testimonio. Ese fue un contraste muy grande con respecto a los bebés. Cada cobertura fue abismalmente distinta.
Otra experiencia que podría equiparar a estas fue cuando fui siguiendo a los paramédicos del municipio de Nezahualcóyotl en los traslados de madrugada. Ahí sí me sentí un poco más en riesgo porque yo le preguntaba a los paramédicos, ‘¿ahora qué toca?’ Y me decían, ‘vamos a ir a checar a una paciente que tiene diabetes’. Y yo ‘ok’. Y ya que llegábamos al domicilio resultaba que era una paciente con sospecha de Covid pero a mí no me habían dicho.
Al final me dijeron que no habían querido decirme porque eso daba pie a que me sugestionara y a que me diera miedo. Y ellos no querían que trabajara con miedo. Y yo, ‘ok, pero sí me hubieras dicho hubiera usado más equipo de protección.’ Y ellos me dijeron que no había problema porque no había estado en contacto con la paciente. Confié en ellos. Esa fue la última cobertura que hice y como sí me sentí bastante expuesta, después sí conté 14 días desde ese día. Y todo bien, pero sí fue una experiencia peculiar.
Fue emocionante, una de mis coberturas favoritas pero sí fue bastante pesado porque ahí tenía en frente a la paciente y a la familia. Fue fuerte ver la preocupación de los familiares tan de cerca.
¿Cómo lidias psicológicamente con el riesgo que implica tu trabajo?
Al principio me costaba mucho trabajo porque no alcanzaba a dimensionar la situación. Para mí era una cobertura más. Yo entendía que era importante pero me costaba mucho trabajo comprender lo que estaba haciendo, por qué lo estaba haciendo y para quién. Ya después comencé a relajarme.
Trabajaba cinco días y descansaba dos. Esos dos días eran de apagar por completo el teléfono y desconectarme de todo. Era mucho estrés estar conectada todo el día viendo noticias. Me costaba mucho lidiar con eso, fue de las cosas más difíciles. Mi familia me apoyaba mucho y ellos entendían que yo estaba haciendo mi trabajo y que lo que menos necesitaba eran más preocupaciones.
Era muy difícil llegar a casa después del trabajo y hacer todo el proceso de sanitización. Antes de entrar a mi casa mi mamá salía y me rociaba con Lysol. Una vez en el estacionamiento me quitaba toda la ropa y dejaba mis tenis afuera. Lo importante era ser rápido y evitar riesgos. Ese par de tenis siempre se quedaban afuera y jamás entraron a la casa. Después entraba a la casa y me iba directo a bañar. Una vez afuera ya me cambiaba de ropa y después desinfectaba todo mi equipo con alcohol, lavaba las fundas y demás.
Sí era desgastante porque además las jornadas se extendían mucho. Antes yo trabajaba de 7 a 2 de la tarde o de 11 a 5 de la tarde. Variaba mucho. Pero durante la cobertura del pandemia yo empezaba a las 8 de la mañana y volvía a las 8 o 9 de la noche.
Además, para evitar usar transporte público caminábamos mucho en calles solitarias. Es por esto que también decidí hacer la cobertura en equipo. Éramos tres compañeros y quedábamos de vernos para cubrir los diferentes espacios. Eso me ayudó mucho en términos psicológicos porque, por ejemplo, estábamos afuera de los hospitales, que se volvieron espacios muy hostiles, y platicaba con ellos. Eso hacía que todo fuera más llevadero.
También hicimos un grupo de cuidado con otros periodistas. Si alguien había ido a algún lugar y lo habían querido asaltar o lo habían parado los policías, nos informábamos a través de este grupo y Artículo 19 se ponía en contacto con ellos y ya tenían protocolos de seguridad. Esa fue una parte muy importante de cuidado para nosotros.
Tus fotografías tienen composiciones muy poderosas que revelan varios aspectos de la pandemia, una de las que encuentro más impactantes es la de un trabajador del metro tomando la temperatura de un usuario en un gesto en el que parece sostener una pistola. ¿Cómo decides lo que deseas transmitir a través de tus imágenes?
Creo que depende mucho del espacio en el que me encuentre. Antes decían que la fotografía en el periodismo tenía que ser objetiva, pero ya quedó claro que eso no es posible. Tú como autor tienes una postura muy clara que plasmas en tu trabajo. Yo estaba sujeta al trabajo de una agencia nacional. No me acuerdo si esa foto me la publicaron pero decidí hacerlo yo porque me gustaba mostrar el contraste de la violencia en México. Tiene todo un contexto, pero a veces en el medio donde trabajas no tienen tanta apertura y prefieren no publicarla. O a veces es autocensura.
Hice muchísimas fotos. En un día podía llegar a miles de fotos y eso me asustaba. Yo veía mi archivo y decía ‘hice mil fotos y me publicaron 50. ¿Qué hago con las otras 950?’. Eran como balas perdidas. No entendía qué estaba pasando con tanta producción de imágenes. Seguro esto no sólo me pasa a mí. Tú te acuerdas de esa fotografía de la pistola pero en mi Instagram tengo más de 400 fotografías. ¿Qué pasa con todas ellas? Ni siquiera yo me acuerdo de todas ellas. Eso es algo muy importante.
Yo tengo una postura muy clara, pero no siempre sé qué quiero decir antes de llegar al lugar. Yo soy mucho de trabajar ya estando ahí. Hasta que estoy en el espacio veo lo que puedo hacer y lo que es de interés. La postura la tomo en el espacio pero también al momento de editar, seleccionar y enviar.
Recuerdo haber hecho fotos de personas en situación de calle, pero esto no es algo que a mí me guste mostrar. Es algo que a la agencia le interesaba porque son fotos que venden, pero no es algo que a mí me guste. Hay momentos que yo decidí no fotografiar porque eran muy difíciles. En esta cobertura yo trataba de pedir permiso siempre.
La gente se encuentra en momentos muy vulnerables y que encima llegue alguien y les ponga una cámara enfrente mientras lloran… Es más que nada empatía. Es algo que aprendimos muchos fotógrafos que no habíamos tomado en cuenta antes de encontrarnos en esta situación. Así que es importante tener una postura, pero también tener valores, empatía y saber que no puedes violentar al otro. Debes respetar. Si alguien te dice que no quiere fotografías, aunque sea la foto del año, ni modo. Te llevas las fotos mentales y ya está. Siempre hay que respetar el luto y la situación de la otra persona.
¿Qué aspecto te parece que la población en general ignoramos sobre esta pandemia y que deberíamos tomar en cuenta?
Yo creo que el cuidado del otro. Ahorita hay mucha gente joven saliendo a fiestas y aunque ellos saben que no son población en riesgo, después llegan a casa con sus papás o sus abuelitos. No están viendo el panorama completo sino que se están centrando solo en su sentir, en sus emociones. Es muy importante voltear a ver al otro. Saber que si tú no estás sufriendo, hay alguien que sí o que podría resultar dañado de tus acciones. Es algo muy importante pero que espero que recordemos más allá de la pandemia. Cuidar y mirar al otro.
¿Has encontrado algún obstáculo para hacer tu trabajo como mujer?
Al principio yo hacía mis coberturas sola porque estoy acostumbrada a trabajar así. Fue hasta que mi mamá y mi papá me dijeron que no podía estar por la calle sola. Pensé que tenían razón y que me lo estaba tomando muy a la ligera. Al final tuve que armar un equipo con el que me sintiera cómoda. Yo creo que eso es algo que no le pasa a mis compañeros. Para ellos es como ‘pues estoy solo en la calle y ya’. Ellos no están sujetos a las mismas violencias que nosotras. Pero fuera de eso la verdad es que en la agencia mi trabajo no estaba ni más ni menos valorado que el de mis compañeros.
Lo que sí me llegó a pasar es que a veces contactaba a personas para visitar lugares y nuestro contacto era primero por correo electrónico. Hasta que llegaba al lugar me decían, ‘¿a poco estuve hablando contigo? Eres muy joven.’ Fueron varias veces y eso sí me sacaba de onda.
¿Cuál es tu percepción de esta “Nueva Normalidad” y de lo que todavía nos falta por vivir?
Nunca estuve de acuerdo en que se le llamara Nueva Normalidad y que se iniciara tan rápido porque eso confundía mucho a las personas. Yo me acuerdo el día que la anunciaron y las personas dijeron, ‘entonces ya puedo salir’. A mí me lo preguntaban y yo les decía que no podían salir. Estamos aún en la fase tres. Muchos creen que esto ya casi se acaba pero no es cierto. Es una enfermedad con la que tendremos que seguir viviendo y tomando precauciones.
Hay mucha desinformación y la información no le llega a las personas que deberían. Yo subo mis fotos a Instagram y las personas con teléfonos con acceso a Internet pueden ver que hay bebés entubados o personas llorando afuera de los hospitales pero, ¿y la gente que no tiene un teléfono ni Instagram? Una amiga de Oaxaca se dedicó a hacer infografías en zapoteco para su comunidad. Las imprimió y las pegó. Ese tipo de acciones son las que deberíamos voltear a ver como periodistas. ¿A dónde no está llegando la información?
¿Qué escena te marcó más durante tu cobertura de esta pandemia?
Yo creo que la de los paramédicos en Neza. Esa foto es muy fuerte para mí porque era una señora que presentaba síntomatología covid y estábamos en su casa a la 1 o 2 de la mañana. En la mesa de su sala había una cruz y yo no entendía por qué, hasta que salimos y el paramédico me dijo que la señora estaba grave y debía ser llevada al hospital por sus síntomas, pero también porque su hijo falleció ocho días antes probablemente por covid.
Para mí fue impactante porque yo ya sabía que en muchos casos había familias enteras que fallecían o eran hospitalizadas pero ver esa escena y tener la fotografía fue muy fuerte. Esa fue una de las que más me marcó.
La otra fue por un tema más personal. Un día que me enteré que un amigo mío de la Facultad acababa de fallecer. Esos días fue muy difícil trabajar para mí porque era como llevar un luto interno y fotografiar el luto externo. La imagen es de un señor que estaba en el puente del Hospital La Raza y desde ahí le mandaba besos a alguien en el hospital.
Desde ese puente puedes ver algunas ventanas del área covid. Yo lo veía que mandaba besos y después me acerqué a preguntarle qué hacía ahí y si quería contarme. Me dijo que su mamá estaba internada por covid y era la primera vez que la vía desde la ventana en una semana. ‘Le estoy mandando mucho amor y diciéndole que esté con calma.’ Esa fue una de las imágenes que más me impactaron porque fue tener muy de cerca la enfermedad.
A pesar de estar trabajando tratas de no imaginarte el escenario en el que te contagias o, peor aún, contagias a tu familia. Pero en esos dos casos era ver que esto estaba pasando y que era muy grave y que en muchos casos no habían ni siquiera las condiciones para un traslado. Tenemos la cultura del mexicano que hasta que no está muy grave no va al hospital. Y en tantos de esos casos la gente fallecía. De tanto esperar la gente dejaba de respirar en su cama. Sí fue difícil.
¿Dónde podemos seguir tu trabajo? ¿Hay algo más que quieras agregar?
En Instagram, Facebook y Twitter estoy como @karenlópolis. También quisiera que siguieran la cobertura de mis compañeros y compañeras porque esto no ha terminado. Esta semana empezaron a fotografiar la apertura de tiendas comerciales. Yo trato de entenderlo pero, ¿después de estar encerrados la gente corre a las tiendas departamentales? Seguramente son personas que nunca tuvieron un caso muy cercano porque de otra forma sí te lo piensas dos veces.
Espero que reflexionemos al respecto y que sigamos teniendo cuidado. Hay muchísimos fotógrafos freelance e independientes a los que vale la pena seguir. Algunas cuentas que les recomiendo son Periodistas de a Pie (@periodistasdeapie) y Pie de página (@pdpagina).