Trabajar con mujeres en algunos de los temas más estigmatizados, como el derecho a tener un aborto seguro, es un reto que no muchos están dispuestos a asumir. Muchas veces es difícil y la mayor parte del tiempo es frustrante, además de que puede generar muchas confrontaciones. Pero si me preguntan, ser defensora del derecho de las mujeres a un aborto seguro es para mí el mejor trabajo del mundo.
Decidí trabajar con mujeres motivada por mi propia experiencia al crecer en una sociedad patriarcal, en donde hablar de los derechos de las mujeres siempre ha sido considerado tabú.
Jóvenes y mujeres alrededor del mundo enfrentan el aborto como un estigma debido a leyes y políticas restrictivas. Estas jóvenes y mujeres son humilladas por buscar servicios abortivos a pesar de las leyes de su países. Esto impide que busquen ayuda a tiempo lo cual se traduce en un índice de 46% de abortos inseguros a nivel mundial. No solo esto, cada año 47 mil mujeres mueren por esta práctica, lo que aumenta los números de mortalidad materna.
Al ser una defensora del aborto, realmente creo que este procedimiento debería ser legal y seguro para cualquier mujer. Ninguna mujer debería ser forzada a continuar un embarazo no deseado ya que la igualdad y la dignidad son derechos humanos.
Las consecuencias de este estigma, del silencio y la vergüenza que rodean al aborto resultan en riesgos para la vida de las mujeres. Es necesario que los gobiernos reconozcan nuestros derechos reproductivos y el derecho a abortar. Además, deben crear un ambiente propicio para que las mujeres puedan acceder a sus derechos.
Al ser defensora del aborto, mi principal motivación es darle a las niñas y jóvenes la oportunidad de acceder a sus derechos reproductivos y sexuales. También crear consciencia, darles apoyo y oportunidades que tal vez no tuvieron previamente debido al tabú que rodea a estos temas.
Debemos acabar con los estereotipos
Necesitamos comenzar a cuestionar los estereotipos que prevalecen sobre el aborto de jóvenes y mujeres en nuestra sociedad. He notado que las personas cercanas a mí incluso se sienten extremadamente incómodas al utilizar la palabra “aborto”, tan solo su sonido les parece vergonzoso.
Sin embargo, después de que he hablado públicamente en foros de mujeres acerca de su derecho al aborto, he observado que las personas se sienten menos avergonzadas de discutir el problema. Pienso que las nuevas generaciones tienen el derecho y el poder de hablar y estar bien informadas sobre las decisiones que afectan su salud y bienestar, solo así estarán protegidas de consecuencias dañinas.
Para lograr que las mujeres se empoderen, las organizaciones gubernamentales, en conjunto con el sector privado, deberían priorizar la salud reproductiva y sexual de las mujeres al ampliar los programas que ya existan al respecto. Esto garantizará la protección de los derechos humanos, lo cual es clave para el desarrollo.
Mi mensaje para las personas más jóvenes es que si yo puedo hablar abiertamente sobre el aborto, ustedes también pueden. Así que levantemos la voz para garantizar que todas las mujeres puedan acceder a su derecho al aborto legal y seguro.
Este texto fue publicado originalmente en el blog de Advancing Women’s Sexual and Reproductive Rights in Asia, se reproduce aquí con permiso de la autora.
Traducción: Marianna Stephania.