CRÓNICA VIOLETA – Experiencias de mujeres migrantes
Crónica Violeta es un espacio de diálogo sobre la migración de mujeres para abordar y abrir nuevos itinerarios, nuevas búsquedas y caminos que nos signifiquen ampliar conexiones en los procesos de cambio y de movilidad. La experiencia migratoria de mujeres también está marcada por recurrentes estereotipos, unos velados y otros bien identificados, que pocas veces son expuestos.
Antes de que esta “nueva realidad”, como se llama ahora, antes de vivir la cuarentena y permanecer confinados y aprender a vivir con los protocolos de distancia social, desinfección y uso de mascarilla, existía otra normalidad. Antes de la angustia y el miedo como constantes cubriendo todos los ámbitos de nuestra vida, existía un tiempo anterior a este, en el que podíamos viajar sin miedo a la posibilidad de un contagio.
Por causa de la pandemia nos vemos hoy por hoy recluidas en nuestros hogares, habitamos en nuestras casas como espacios únicos de seguridad. Estamos limitadas a deambular por zonas específicas de las ciudades únicamente para abastecernos o por trabajo. Nos movilizamos bajo nuevos códigos de comportamiento social y nuevos códigos de seguridad obligatoria.
El confinamiento mundial ha tenido un período de siete meses aproximadamente, en unos lugares más o en otros menos, dependiendo de la gravedad de los casos, número de afectados y números de decesos. La medida mundial poco a poco se ha ido atenuando y en algunos países ya se reabren fronteras, en algunos lugares podemos transitar y volver a ser viajeras. Pero el temor a un contagio nos mantiene en nuestros lugares, viajes postergados hasta nuevo aviso, visitas a familiares y amigas suspendidas hasta nuevo aviso o hasta la existencia de una cura, una vacuna que nos ofrezca alguna garantía de que es seguro salir y viajar.
Antes de este escenario, que para muchos países y familias se volvió apocalíptico, que inundó las redes sociales, que desbordó a la gente con sentimientos de impotencia, incertidumbre, miedo y dolor. Antes de todo esto existió otra realidad y existía “otra realidad” que ahora nos parece un tanto lejana.
En esa otra realidad entrevisté a dos mujeres viajeras y quería acercarme a sus experiencias de mujeres “viajando solas”; deseaba conversar con ellas sobre el significado, el peso y en algunos casos las consecuencias que tiene para nosotras las mujeres “viajar solas”. Porque en la realidad anterior, también debíamos conocer y sujetarnos a determinados códigos de viaje.
Estamos seguras que viajar post-pandemia tendrá otros contextos y otras prevenciones. Pero nosotras como mujeres teníamos y tendremos que tomar además otras medidas para asegurar no solo nuestra salud, sino nuestra integridad física.
Por mucho tiempo se ha mantenido en el pensamiento colectivo que “viajar sola” no está bien, que es peligroso, incluso imprudente. El prejuicio frente a mujeres que “viajan solas” ha sido persistente. Ellas, las mujeres viajeras, han sido cuestionadas por su falta de previsión frente a los peligros a los que se exponen cuando “viajan solas”, lo pongo entre comillas porque en algunos de los casos estas mujeres viajan en compañía de otras mujeres. El “viajar solas” trae la implicación de no viajar contando con la presencia masculina.
“No hay que tener miedo a viajar sola, es maravilloso, viajo pensando en todo lo increíble que puedo encontrar en el camino. Es lo mejor que cualquier persona puede hacer.”
La experiencia de viajar sola bien vale la pena, aunque primero debamos romper con nuestros propios miedos, constatar los prejuicios de los otros o los mitos y realidades que se tejen alrededor, pero vale cada segundo, cada momento de aquella decisión de tomar tu mochila, salir y vivir, vivir tu sueño.
“Me he comunicado con gente de muchos lados sin que tengamos una lengua en común”.
A muchas mujeres, y me incluyo, nos encanta armar maletas y salir a mirar, a explorar el mundo, conocer otras culturas, saborear otros alimentos, deslumbrarnos con otros olores, colores, aventurarnos a vivir situaciones diferentes donde tal vez descubramos un camino nuevo para conocernos a nosotras mismas.
No es suficiente mirar una foto en una revista, queremos maravillarnos al conquistar el sueño de llegar al país o lugar deseado, o donde pocos viajeros arriban. El viajar solas también nos está señalando un camino al empoderamiento y el quiebre de estereotipos.
“Es increíble pensar que sueños como el viajar sean negados y limitados por ser mujer. La violencia de género es real, existe y se pone en evidencia también cuando viajamos, creo que por distintos medios nos llegan noticias de acoso, manoseo, violación y muerte de mujeres viajeras, el titular con tono de juicio “mujeres solas…”
Por suerte, hay mujeres que están dispuestas caminar el sendero de la autorrealización, la autoconfianza, que se arriesgan a vivir. Mujeres dispuestas a romper con el “no puedes, no debes, no está bien”. Mujeres que nos animan a vivir en el respeto al otro, la prudencia de saber cuándo, cómo o no sobrepasar el límite, especialmente cuando este no es el propio.
“Sabemos que el cuerpo comunica y la lengua no es una barrera, que el instinto nos previene y hay que saber escucharlo, saber leer los códigos del país y respetarlos, aunque sea una práctica que no va con mi pensamiento.”
Las mujeres viajeras tienen diversas costumbres y rutinas viajando. Algunas planifican a detalle sus viajes y otras esperan a que el viaje las sorprenda. Otras sortean las dificultades, porque la necesidad que empuja a viajar es más fuerte que cualquier otro sentimiento. No hay un continente o país que sea mejor que otro, no hay mejor gente en un lugar que en otro, precisamente, al viajar se evidencian las diferencias y la viajera se maravilla con eso.
“Mantengo rutinas de seguridad, porque existe un miedo mayor al que alguien venga a robarte, es mucho más que eso”
Dialogando con dos mujeres viajeras identificamos algunas rutinas que les han servido. Ellas conocen aproximadamente 34 países cada una. Hablan dos idiomas como mínimo, sus pasaportes están llenos de sellos y sus diálogos están cargados de aventuras, de experiencias únicas y conocimiento propio.
Las viajeras entrevistadas coinciden que les gusta viajar solas, porque así pueden elegir lo que hacen, les hace sentir libres, les gusta la experiencia de vivir desde sus gustos e intereses. También destacan la necesidad e importancia de ponerse rutinas de seguridad, porque puedes sentirte o estar más expuesta cuando estás fuera de tus contextos, señalan estas viajeras.
“Me fijo mucho en lo que hacen las mujeres del país, para pasar un poco más desapercibida”
Te sugerimos las siguientes medidas básicas si deseas viajar sola.
Reglas de seguridad al viajar sola
- Informarse sobre el país, región que se visita
- Observar las reglas del país y seguirlas
- Trata de que tu consumo de alcohol esté reservado para lugares y personas que realmente conoces
- Mostrarse amable y amigable, pero con límites claros
- Mantener una postura de alerta
- En momento de peligro, evitar la confrontación y buscar una salida práctica
- Ponerse sus propias reglas de seguridad y cumplirlas, que es la mejor forma de cuidarte
Es importante el resignificar el viajar solas, es una acción que nos empodera y nos ofrece una sensación única de poder al alcanzar nuestras metas. Es una de las mejores formas de conocerse, de reconocer las propias fortalezas, de crecer como individuo y humanamente, es otra forma de comprensión y precepción del otro.
Además de ampliar el conocimiento, de disfrutar de nuestra propia compañía, de gozar, de vivir nuestra libertad, es la mejor forma de aprender. Entonces, solo nos queda darnos la oportunidad y atrevernos a dar el paso.